Los
hijos de Dios
y los hijos del Diablo
Este
segundo capítulo tiene como fin primordial revelar quiénes son los hijos de Dios
y quiénes los hijos del Diablo.
Hipótesis
En
Génesis 6:2,4
¿quiénes fueron los hijos de Dios?
Los
hijos de Dios que se lee en Génesis 6:2-4, no fueron los
ángeles del Altísimo que abandonaron su morada en el cielo, para venir a
fornicar, aquí en la tierra, con las hembras humanas.
Todo
aquel que crea y afirme lo contrario, no puede ser un hijo de Dios, ya que
ningún verdadero cristiano, quiere blasfemar
contra los ángeles de Dios.
A los únicos que les interesa MANCHAR a los ángeles de Dios son a los hijos del
Diablo y también al mismo Diablo.
Argumentación
El
siguiente estudio no contiene conceptos personales ni ajenos, ya que solamente está fundamentado
en las Sagradas Escrituras y no de ninguna otra fuente que no sea la sola
Biblia.
Comencemos con 1 Juan 3...
10: “Los
hijos de Dios y los hijos del Diablo se reconocen en esto: el que no obra
la justicia no es de Dios, y tampoco el que no ama a su
hermano”.
Todos
los hijos de Dios son hermanos entre sí y deben amarse como tales, porque todos
tienen en común a un solo Padre, que está en los cielos: Yahwéh. En cambio, los
hijos del Diablo no son hermanos de los hijos de Dios, porque los hijos del
Diablo tienen a otro padre que es Satanás.
12: “No
como Caín, que era del maligno y mató a su
hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y
las de su hermano justas,”.
De
aquí se interpreta con claridad que Caín fue un hijo del Diablo y que por
ello es que mató a su hermano Abel, porque Abel fue un hijo de Dios. Si Abel
hubiera sido un hijo del Diablo, entonces Caín no lo habría matado. En
consecuencia se sostiene, de manera contundente, que Caín descendió del Diablo, y
no de Dios Padre.
Analicemos
a continuación, el tema de
LOS DOS PADRES
DIFERENTES...
Génesis
4...
1: “conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio
a luz a Caín,
y dijo: por voluntad de Yahwéh he adquirido varón. Después dio
a luz a su hermano Abel,”.
Génesis
4...
25: “y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio
a luz un hijo, llamo su nombre Set.”
Ahora
bien, dos óvulos de Eva fueron fecundados por
Adán,
eso es seguro, ya que se leen dos
conocimientos (dos actos sexuales) de Adán con Eva, y no tres. Pero, y ¿el
tercer óvulo?...
porque son tres los nacimientos, ¿quién
lo fecundó?...
Regresemos
de nuevo a Génesis
3...
15:
“Haré
que haya enemistad entre ti y la mujer, entre
tu descendencia y la suya, ésta te pisará la cabeza mientras tú te abalanzarás sobre su
talón.”
Este
pasaje nos indica que existen dos descendencias distintas, ya que es por demás
evidente cuando se lee: entre
tu descendencia y la suya.
Y ¿cómo puede explicarse este tema de las dos descendencias?, pues solo se lo
puede hacer de una sola manera y es sosteniendo la
participación de un tercero.
Y ¿quién fue ese tercero?... efectivamente fue la bestia,
aquella bestia dotada de cuerpo,
espíritu y alma,
cuyo nombre es Diablo o Satanás.
Eva,
tuvo ayuntamiento con dos géneros
distintos: primero con el sexo masculino de la
bestia,
el Diablo, y luego con el sexo masculino humano, el
de Adán.
Se
puede rastrear toda la Biblia sin encontrar ni siquiera un pasaje bíblico donde
se lea que Adán haya sido el padre terrenal de todo
viviente, mientras que con Eva es diferente: “Y
llamó el hombre el nombre de su mujer, Eva; por ser la madre
de todos lo vivientes” (Génesis
3:20).
Como resultado, tenemos que, todos los seres
humanos sí provenimos de una misma madre
terrenal,
que fue Eva,
pero no todos los humanos provienen de un mismo padre terrenal, porque
existieron dos
padres terrenales:
uno fue Adán,
y el otro fue Satanás.
Adán fue el padre terrenal de Abel y de Set,
mientras que Satanás fue el padre terrenal de Caín.
Los
que descienden
de Adán,
en su mayoría, son
los obedientes,
los píos (llamados hijos de Dios), mientras que los que descienden
de la bestia o "serpiente" (llamados hijos del Diablo), son por lo general los
desobedientes y rebeldes,
los impíos.
Pero
¡cuidado!, esto
no implica,
en absoluto, que
no exista el
libre albedrío en el Diablo (ver Génesis 3:4), puesto que si sus hijos (los hijos
del Diablo)
sí pueden elegir entre el bien y el mal (ver Génesis 4:8), con más
razón puede hacerlo también su padre terrenal: Satanás (ver Génesis
3:6). Igual
sucede con los hijos de Dios (los píos), ellos también tienen la
facultad de elegir entre el bien y el mal, como así también la decisión de
aceptar o no a Cristo, como su Salvador. Porque
no todos los que fueron llevados hasta él por medio de su Padre Celestial
aceptan seguir a Cristo. Por ejemplo el “discípulo” Judas
Iscariote no aceptó seguir al Mesías, ya que Judas lo traicionó (ver Mateo
22:48).
En consecuencia, todas las criaturas creadas por Dios tienen una total libertad de elección para obrar en lo bueno (ver
Efesios 6:8) o
en lo malo,
(ver Mateo 26:47), independientemente de la voluntad de Dios
Padre. Por lo consiguiente, los
que llevan la naturaleza de ser hijos del Diablo sí podrán recibir la vida
eterna siempre
y cuando ellos se arrepientan de sus pecados y se conviertan en verdaderos hijos de Dios,
ya que todo
aquel que tenga esperanza en el Mesías, se purifica (ver 1 Juan 3:3) o
bien todo
aquel que practique la misericordia, en secreto, (ver Mateo 6:4) también entrará en el reino de los cielos (ver Mateo 7:21), porque la
misericordia triunfa sobre todo juicio (ver Santiago 2:13). Pero ¡cuidado!, con los rebeldes que no
ablandan su corazón, ni abren sus ojos, ni destaponan sus oídos, y no se arrepienten
de sus pecados ni experimentan conversión,
porque ellos no
serán salvados (ver Mateo 13:15).
Si
no se nace de nuevo (ver Juan 3:3-7) nadie podrá heredar el reino de Dios (ver
Mateo 13:15). Porque “Todo
aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de
Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de
Dios”
(1 Juan 3:9). Ahora bien, “es
necesario nacer otra vez”
(Juan 3:7), porque “lo
que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del espíritu,
espíritu es”
(Juan 3:6). “el
que no naciere de agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de
Dios”
(Juan 3:5). Por ello es que, tanto los que provienen de
la descendencia de Set (los
llamados hijos de Dios), como los que descienden de Caín (los denominados hijos
del Diablo), si no
nacen de nuevo EN ESPÍRITU,
no heredarán la vida eterna.
Por solo traer la simiente de Adán no los hace herederos del reino, es necesario
que todos vuelvan a nacer de nuevo, ¡EN
ESPÍRITU!,
para poder “comer” o PARTICIPAR del árbol
de la vida (ver Revelaciones 2:7) que ahora está en el
tercer cielo (ver 2 Corintios 12:2), en
medio del paraíso de Dios (ver Revelaciones 2:7). Ya que son pocos los hijos de Dios y
muchos los hijos del Diablo, es por ello que la Biblia nos advierte: “Entrad
por la puerta estrecha: porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que
lleva a perdición, y muchos son los que entran por ella.” (Mateo 7:13). “Porque
estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los
que la hallan.” (Mateo 7:14).
Prestemos
atención ahora al tema del primer
cielo, el segundo cielo y el tercer
cielo:
Al primer cielo, Revelaciones 21:1 lo
identifica como el cielo
visible de este mundo material donde vivimos: “... el primer
cielo y
la primera tierra ya pasaron...”
2 Corintios 4:18 : “... ya que las cosas visibles duran un momento y las
invisibles son para siempre...”
Este primer
cielo que pasará (Revelaciones
21:1),
está compuesto del espacio atmosférico (Génesis 1:20), es decir, de la
atmósfera que cubre al planeta Tierra.
El segundo
cielo es el espacio estelar donde se encuentran la luna, el sol, la Vía Láctea y las
demás galaxias (Génesis 1:17).
Y el tercer
cielo es el lugar celestial donde Dios Padre tiene su trono junto
al árbol de la
vida, el cual está en medio del paraíso. (Revelaciones 2:7)
2
Corintios 12...
2: “Conozco
a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si
fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer
cielo.”
3: “Y
conozco tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo
sabe)”
4: “que
fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras secretas que el
hombre no puede decir.”
Consultemos también Revelaciones
2...
7: “El
que tiene oído, oiga lo que el espíritu dice a las iglesias. Al que venciere,
daré a comer del árbol
de la vida,
el cual está en medio del paraíso de Dios.”
Escudriñemos
además Revelaciones
22...
1: “Después
me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía
del trono de Dios y del Cordero.”
2: “En
el medio de la plaza de ella, y de la una y de la otra parte del río, estaba el
árbol de la vida,
que lleva doce frutos, dando cada mes su fruto: y las hojas del árbol eran para
la sanidad de las naciones.”
14: “Bienaventurados
los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el
árbol de la vida,
y que entren por las puertas en la ciudad.”
Con
estos pasajes de 2
Corintios 12 y
de Revelaciones
22 es
factible afirmar que el mismo árbol
de vida que primero estaba aquí en
la tierra, en
el Edén (ver Génesis 2:9), ahora se encuentra en
el tercer cielo (2 Corintios 12:2), en
medio del paraíso de Dios (Revelaciones 2:7). Quiere decir, entonces, que en el Nuevo Edén o
Paraíso Celestial, es donde los hijos de Dios “comerán”
o PARTICIPARÁN del árbol
de la vida para no morir nunca más. Bien puede entenderse que ese lugar será la nueva
Jerusalén, destinada a los verdaderos hijos de Dios, herederos del reino y de la
maravillosa Ciudad Celestial, donde ya se encuentra el
trono de Dios y del Cordero (Revelaciones
22:1).
Pero
también hay quienes recibirán la tierra por herencia y ellos serán los
pacientes y los mansos,
los Bienaventurados que se lee en Mateo
5:5.
Por lo tanto los
auténticos hijos de Dios son los que aman
a sus enemigos, bendicen
a los que los maldicen, hacen
el bien a los que los aborrecen, y
oran por los que los ultrajan y los persiguen (Mateo 5:44). Ahora bien: ¿quiénes
son los enemigos a los cuales debemos amar?:
pues son los hijos de Dios y no los hijos del Diablo. Veamos: “Por
tanto, si trajeres tu presente al altar, y allí te acordares de que tu
hermano tiene algo contra ti,” (Mateo 5:23), “Deja
allí tu presente delante del altar, y vete, vuelve primero en amistad con tu hermano, y entonces ven y ofrece tu presente.” (Mateo 5:24), “Concíliate
con tu enemigo presto, entre tanto que estás con él en el camino;
porque no acontezca que el enemigo te entregue al juez, y el juez
te entregue al alguacil, y seas echado en prisión.” (Mateo 5:25). Estos pasajes de Mateo nos señalan con total
transparencia que a quien se debe amar
SIEMPRE es al
propio hermano en Cristo y a todo hijo de Dios,
aunque a veces alguno de ellos se vuelva nuestro
enemigo.
Pero cuando estamos frente
a un impío (hijo del Diablo)... ¿qué es lo que corresponde hacer, según las escrituras?
Pues, la Biblia nos enseña, también, de manera muy clara, que al
impío, SIEMPRE, se le debe hacer el bien (ver
Romanos 12:21). “Así
que, si tu
enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber: que haciendo esto,
ascuas de fuego amontonas sobre su cabeza.” (Romanos
12:20).
Aquí, el apóstol Pablo, se refiere a otra
clase de enemigo,
el cual es un
hijo del Diablo,
porque en el siguiente versículo de Romanos, se lee: “No
seas vencido de lo malo;
más vence con el bien el mal.” (Romanos
12:21). Por lo consiguiente, al impío sólo
se le debe hacer el bien, SIEMPRE, orándole
al Altísimo,
para que ese hijo del Diablo (el impío) se arrepienta
de sus maldades y se convierta en un hijo de Dios (un pío). Y cuando ya se haya convertido en un hijo de Dios,
entonces sí será digno
que lo amemos (amor fraternal), porque ya habremos ganado un
nuevo hermano para el Reino de Dios.
Pasemos ahora a verificar, con otros pasajes
bíblicos,
que Caín no fue hijo de Adán...
Comencemos con Génesis
5...
1: Ésta
es la lista de los descendientes de Adán. Cuando Dios creó al ser humano, lo
hizo a semejanza de Dios mismo.
2: Los
creó hombre y mujer, y los bendijo. El día que fueron creados los llamó «seres
humanos».
3: Y vivió Adán ciento y treinta años, y engendró un hijo a su
semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set.
4: Y fueron
los días de Adán, después que engendró a Set, ochocientos años: y engendró hijos
e hijas.
5: Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos y
treinta años, y murió.
6: Y vivió Set ciento y cinco años, y engendró
a Enóc.
En
estos pasajes donde se habla de los descendientes de Adán, ¡no
se registra el nombre de Caín!...
Veamos
a continuación Lucas
3...
38: “Que fue de Cainán, que fue de Enóc, que fue de Set, que fue de Adán, que
fue de Dios.”
Aquí
tampoco Dios reconoce a Caín como hijo de Adán...
Ver desde el versículo 23 hasta el 38, de Lucas 3, y se podrá constatar que no
hay ningún registro de Caín.
Leamos también a Judas
1...
14: “De
los cuales también profetizó Enóc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, el
Señor es venido con sus santos millares.”
Aquí
se lee que Enóc, fue el séptimo desde Adán,
¡¡no dando así lugar a Caín!!
En
definitiva, queda perfectamente demostrado que Dios
no reconoció a Caín como hijo de Adán,
ya que no hay ni un solo versículo, en todos los textos de la Biblia, que así lo
exprese.
Vamos a estudiar ahora
la genealogía de los
judíos...
Existen muchos pasajes bíblicos en los cuales se puede leer la
importancia y el gran interés que tenían los judíos por conocer su
Genealogía.
Esto se puede comprobar fácilmente en Génesis
5:1-6,
en Lucas
3:23-38,
en Judas
1:14,
en Mateo
1:1-17,
y en muchos otros pasajes de la Biblia. La razón de esto, de que los judíos
hayan tenido tanto interés por conocer su propia Genealogía es muy simple, y es
la que sigue: los judíos sabían perfectamente de la existencia de las dos
descendencias,
la de los hijos de Dios, que provienen del árbol genealógico de Adán,
y la de los hijos del Diablo, que provienen del árbol genealógico
de Satanás.
Porque una
es la simiente (semen) de Adán, otra
es la simiente (semen) de Satanás. ¿Y la simiente de Eva?, pues no
la hay,
porque la mujer solo la puede recibir, nunca entregar.
Pasemos
ahora a las
palabras pronunciadas por Cristo,
cuando él les habló a los judíos...
Comencemos con Juan
8...
41: “vosotros
hacéis las obras de vuestro padre,
entonces le dijeron: nosotros no somos nacidos de FORNICACIÓN; un
padre tenemos, que es Dios.”
Esos judíos sabían muy bien que Cristo los estaba identificando con el
linaje que había surgido de la FORNICACIÓN de Eva con el Diablo (la serpiente simbólica o bestia literal) y por eso es que
aquellos judíos dijeron: “no
somos nacidos de FORNICACIÓN,” somos del linaje proveniente de Dios, o sea de
Adán.
Continuemos con Juan
8...
44: “Vosotros
sois de vuestro padre el Diablo, y los deseos de vuestro padre queréis
hacer.
Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque
no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso y
padre de mentira.”
Si
estos judíos habrían sido hijos de Dios, entonces Cristo habría estado
blasfemando contra su propio Padre Celestial, al decir: “Vosotros
sois de vuestro padre el Diablo,”.
Si Cristo les dijo a esos judíos que tienen como padre al Diablo es porque
literalmente el padre de ellos fue, en verdad, el mismo Satanás, padre de toda
mentira. TOTALMENTE
ABSURDO sería sostener que existe un solo padre terrenal,
ya que todo aquel que así lo quisiera hacer estaría diciéndole a Cristo que en
esa oportunidad él faltó a la verdad. Por lo tanto, se ratifica que quien aclara
de cuál simiente eran esos judíos fue el mismo Cristo y no ningún
estudio bíblico. Porque, ¿quién
fue el primer hombre mentiroso y asesino?: CAÍN; y de la genealogía de Caín es que provenían esos judíos. Ellos sí que conocían, sin duda alguna, la existencia de estas dos
genealogías totalmente DISTINTAS,
en lo que respecta a lo ESPIRITUAL.
Terminemos
ahora con Juan
8...
47: “El
que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, por que
no sois de Dios.”
Aquí,
con estas palabras del Mesías, se reafirma una vez más que esos judíos eran los
hijos de los que mataron a los antiguos profetas, es decir que ellos fueron los
descendientes de esa genealogía, del
árbol genealógico de Caín.
Así lo manifestaron aquellos judíos, ya que ellos traían las mismas
características de sus padres, el de ser asesinos, y es por eso
que Cristo los llamó:
“¡Serpientes, generación de víboras! ¿cómo evitaréis el juicio del infierno?” (Mateo 23:33).
Pasemos
a escudriñar
la parábola (metáfora) del trigo y la
cizaña...
Mateo
13...
24:
“Les
refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo;”
Analicemos
la siguiente frase...
que
sembró buena semilla en su campo...
¿quién sembró buena semilla?... el
hijo del hombre, o
sea: Adán.
¿cuál
es la buena semilla?... los
hijos del reino,
que en su mayoría son
de la descendencia de Adán.
Y
¿cuál es el campo?... el
mundo.
25: pero mientras todos estaban dormidos, vino su enemigo, y sembró cizaña dentro del trigo, y se
fue.
Estudiemos
también este versículo...
mientras
todos estaban dormidos, vino
su enemigo, ¿cuál
enemigo?... el
Diablo,
es decir: el
“árbol” de la ciencia del bien y del mal.
y sembró cizaña dentro del trigo, ¿cuál
trigo?... Eva.
Y
¿qué es lo que sembró el enemigo en ella?... su
semilla, simiente, o semen.
¿cuál
cizaña?... los
hijos del malo,
que en general son
de la descendencia de Caín.
y se
fue, porque
la mujer fue repudiada por el Diablo, ya que éste la abandonó y no la tomó por esposa.
26: Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció
también la cizaña.
Interpretemos,
por último, este versículo...
cuando
salió la hierba, ¿cuál
hierba?... Eva.
y
dio fruto,
¿qué significa?... dio
a luz,
entonces
apareció también la cizaña, ¿cuál
cizaña o hierba mala? los
hijos del malo,
que en general son
de la descendencia de Caín.
Tomemos
ahora el tema de los gigantes:
Génesis
6...
4: “Había
gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que entraron los
hijos de Dios a las
hijas de los hombres,
y les engendraron hijos: éstos fueron los valientes que desde la antigüedad
fueron varones de nombre.”
Muchos
estudiantes y grandes estudiosos de la Biblia aún siguen escudriñando las
Escrituras, y hasta algunos acuden a otras fuentes, en su afán de encontrar una
respuesta, para la siguiente pregunta:
¿de dónde surgieron los gigantes que se lee en Génesis
6:4?
Sigamos
con Génesis
6...
2: “Viendo los
hijos de Dios que las
hijas de los hombres eran hermosas, tomaron mujeres, escogiendo entre
todas.”
Aquí,
cuando se nombra a los
hijos de Dios,
éstos fueron, los
hijos de Set,
puesto que con Lucas
3:38 ya se mostró anteriormente quienes eran los hijos de Dios. Y cuando se nombra a las
hijas de los hombres,
éstas eran las
hijas de Caín,
es decir las hermosas mujeres de la descendencia de Satanás. Cabe
recalcar que Satanás era agradable a los ojos de
Eva, y
al decir que era agradable, se entiende que el Diablo, fue una bestia de
significante belleza física, por supuesto, ante los ojos de Eva.
(Ver Génesis
3:6).
Y de aquí es correcto deducir que así
como Eva fue atraída sexualmente por la bestia y la mujer
pecó,
así, la mayor parte de los
hijos de Dios (descendientes de Set),
pecaron también al ser atraídos sexualmente por la significante belleza
física que tenían las
hijas de los hombres (descendencia de Caín).
De esta unión sexual nacieron más gigantes.
Pero
volviendo a Génesis 6...
4: “Había
gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que
entraron los hijos de Dios a las hijas de los hombres,”
...
y ¿cómo se entiende que también habían gigantes antes de que los
hijos de Dios entraran a las
hijas de los hombres?
Pues la respuesta es muy simple: porque los
hijos de Caín también entraron a las
hijas de Caín,
y de ésta unión sexual también nacieron gigantes. Por lo tanto se puede
entender, sin duda alguna, que Caín fue un gigante y que Satanás también lo fue.
¡Por demás claro está!, que, de la otra mezcla, entre la descendencia masculina
de Set (los
hijos de Dios)
y la descendencia femenina de Caín (las
hijas de los hombres)
también nacieron más gigantes (Génesis 6:4). Y no como muchos creen o suponen que fueron de las
simientes de los ángeles de Dios, puesto que como bien se indica en Mateo
22:30, “los
ángeles de Dios no se casan ni se dan en casamiento.” Por lo tanto los ángeles de Dios no se reproducen, ni procrean, ni
generan ninguna descendencia. Ni entre ellos, ni con las hembras humanas, ni con
nadie. Y de aquí es justamente de donde se entiende, a la perfección, sin duda
alguna, que el
Diablo, en su principio, jamás pudo haber sido un ángel,
puesto que el
mismo Diablo es quien dejó su propia descendencia, a través de su hijo
Caín.
Leamos,
a continuación,
algunos conceptos importantes sobre Genética...
Se denomina cromosoma a cada
uno de los corpúsculos, generalmente
en forma de filamentos, que
existen en el núcleo de las células y
controlan el desarrollo genético de los seres vivos. El
cromosoma contiene el ácido
nucleico, ADN, que
se divide en pequeñas
unidades llamadas genes.
Éstos determinan
las características hereditarias de
la célula u organismo. El
ser humano tiene 23 pares de cromosomas y,
en estos organismos, las células reproductoras tienen por lo general sólo la
mitad de los cromosomas presentes en las corporales o somáticas. Durante la fecundación, el espermatozoide y el óvulo se unen y
reconstruyen en el nuevo organismo la disposición por pares de los cromosomas; la
mitad de estos cromosomas procede de un parental y la otra mitad del
otro.
Son 46 los cromosomas que existen en el género humano, de los cuales 44 son
autosómicos y 2
sexuales: un par XY en el caso masculino y un par XX en el femenino.
Una mujer tiene 23 pares de cromosomas, y los componentes de cada par son muy
similares. Sin embargo, un
varón tiene 22
pares iguales de cromosomas y el otro par de cromosomas son
diferentes en tamaño y estructura.
Los 22 pares de cromosomas semejantes en mujeres y en hombres se llaman
autosomas. El resto de los cromosomas se denomina, en ambos sexos, cromosomas
sexuales. En la mujer los dos
cromosomas sexuales idénticos se
llaman cromosomas X. En el hombre, uno de
los cromosomas sexuales es también
un cromosoma X, pero
el otro,
más pequeño, recibe el nombre de cromosoma Y. Cuando se forman los gametos, cada
óvulo producido por la mujer contiene un cromosoma X, pero el
espermatozoide generado por el hombre puede contener o un cromosoma X o
uno Y. La unión de un óvulo, que siempre contiene un cromosoma X, con un espermatozoide que también tiene un cromosoma X, origina un cigoto con dos X: un
descendiente femenino.
Mientras que la unión de un óvulo con un espermatozoide que lleva un cromosoma Y da
lugar a un descendiente masculino.
La anterior información brinda el conocimiento de la existencia del
cromosoma Y,
que solo lo lleva el hombre y no la mujer. Antes del diluvio sobre el
mundo de malvados (2 Pedro 2:5) existían dos clases de cromosomas Y,
dentro del género humano. Uno era el cromosoma Y engendrado por la bestia, de nombre Satanás,
y otro era el cromosoma Y engendrado
por un hombre, llamado Adán.
Ahora
bien...
¿Podrá la genética, alguna vez, verificar la presente Tesis, basada
en estas dos descendencias?
De los cromosomas X de Satanás y los cromosomas X de Adán, depositados dentro de Eva, surge la única razón por la cual existen
personas que ya de nacimiento traen esa tendencia a obrar en la MENTIRA y el MAL, mientras que otras, desde que nacen, son propensas a practicar la VERDAD y el BIEN. Pero existe un
hombre,
que no fue engendrado ni por la descendencia del cromosoma Y de Satanás, ni por la otra descendencia del cromosoma Y de Adán, y ese hombre es el Mesías, Yahshua,
el Hijo de Dios, que fue engendrado por “otro tipo de cromosoma Y”, TOTALMENTE DIFERENTE al de la bestia y al del hombre. Él
nació del seno de María, por obra del espíritu santo (Mateo
1:18); fue
crucificado (Mateo
27:35); entregó
el espíritu (Mateo
27:50),
y resucitó
de los muertos (Mateo
28:6).
Sigamos
avanzando...
El ser humano nace con ciertas características
hereditarias, tanto
físicas como espirituales,
determinadas por los cromosomas (ADN). Algunas personas trabajan, espiritualmente, para perfeccionar plenamente esos genes,
que es la herencia de los ancestros, pero solo unos pocos logran modificar dichas características hereditarias,
pero no la perfeccionan totalmente, sino parcialmente. Y por ello “es
que no
hay nadie bueno, ni siquiera uno” (ver
Romanos 3:12)...
Ni el apóstol Pablo, cuando estuvo bajo la ley del pecado y de la muerte pudo
librarse de hacer el mal. “Porque
no hago el bien que quiero;
más el mal que no quiero, éste hago” (Romanos
7:19). “Y si hago lo que no quiero, ya no obro yo, sino el
mal que mora en mí” (Romanos
7:20)...
¡El mal que mora en mí!,
ese mal que mora dentro de cada uno se debe a los malos
cromosomas que todos heredamos. Pero ahora ¡¡todo es
distinto!! para los que están en Cristo Yahshua, los que no andan conforme a la
carne sino conforme al espíritu (Romanos 8:1). Porque la ley del
espíritu de vida en Cristo Yahshua te ha libertado de la ley del pecado y de la
muerte (Romanos 8:2).
A
pesar que los auténticos cristianos bíblicos tengamos una fe muy viva en
Dios (ver
Marcos 11: 22 y 24),
y de haber alcanzado una CONVERSIÓN ESPIRITUAL (ver
Hechos 26:28)
profunda y verdadera, nadie
puede evitar el pecado que todos llevamos en nuestro corazón,
pecado que no nos lleva a la segunda muerte (1
Juan 5:17),
pero que no por ello deja de ser un pecado.
Aunque algunos
desciendan del árbol genealógico de Adán y Eva, y a pesar de que otros provengan
del linaje de Satanás y Eva (ver
Génesis 3:15),
igual TODOS pecamos, pero ¡cuidado!, porque no es lo mismo tener como Padre al
propio Yahwéh que al mismo Diablo. Y no es difícil distinguir entre un hijo de
Dios y un hijo del Diablo: el
que vence el mal a fuerza del bien (ver
Romanos 12:21)
es el auténtico hijo de Dios, y el que pretende vencer el bien o el mal a fuerza del mal es el verdadero hijo de Satanás.
Ahora
sí, continuemos con Génesis
6...
2: “Viendo los
hijos de Dios que las
hijas de los hombres eran hermosas, tomaron mujeres, escogiendo entre todas.”
Aquí se nombra a los
hijos de Dios,
(los
hijos de Set),
que se unieron con las
hijas de los hombres (las
hijas de Caín),
y de esa unión sexual nacieron ¡más
gigantes!
Éstos han sido los hombres valientes y famosos de la antigüedad (Génesis
6:4), cuya estatura no era más de nueve codos (ver Deuteronomio
3:11).
3: “Y
dijo Yahwéh: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque
ciertamente él es carne: mas serán sus días ciento y veinte
años”.
Este versículo se refiere a la magnanimidad de Dios en los días de Noé, es
decir al
tiempo de paciencia de Yahwéh mientras se preparaba el arca, y
no al tiempo de vida del hombre,
ya que la de éste era mucho más larga, aún después del diluvio.
Y como “la
maldad de aquellos hombres en la tierra era grande, pues todos sus pensamientos
tendían siempre al mal” (Génesis 6:5), es que el
espíritu de Cristo,
por medio de Noé, pregonero
de justicia (2 Pedro 2:5), fue
y predicó a los espíritus (1
Pedro 3:19)
de los hombres mortales de aquellos tiempos, para que éstos se arrepientan, pero
dichos espíritus fueron
desobedientes (1
Pedro 3:20)
y no
se arrepintieron.
Noé era el único varón justo, y por ello es que el
espíritu de Cristo (espíritu
santo)
moraba dentro de él, en la persona de Noé, mientras se aparejaba
el arca y la
paciencia de Dios esperaba (1
Pedro 3:20).
1
Pedro 3...
19: “En
el cual también fue
y predicó a los
espíritus encarcelados;”
20: “los
cuales en otro tiempo fueron
desobedientes,
cuando una vez esperaba
la paciencia de Dios en los días de Noé, cuando
se aparejaba el arca;
en la cual pocas, es a saber, ocho personas fueron salvas por
agua.”
Hasta
aquí es totalmente coherente sostener que aquellos espíritus de los hombres
malvados en los días de Noé, no se arrepintieron y que por lo tanto cuando dichos hombres
murieron, sus espíritus quedaron encarcelados (1
Pedro 3:19), en
prisiones eternas (1 Judas 3:19), reservados para el juicio (2 Pedro 2:4). Y ¿en qué quedaron encarcelados?... esos espíritus
quedaron encarcelados en
sus propios pecados.
En
cuanto al pasaje de 2
Pedro 2...
4: “Porque
si Dios
no perdonó a los ángeles que habían pecado,
sino que habiéndolos despeñado
en el infierno con cadenas de oscuridad, los entregó para ser reservados al
juicio;”
Aquí
se lee: Dios
no perdonó a los ángeles, ¡se
lee a los ángeles! ;
y no dice Dios
no perdonó a sus ángeles
del cielo, no dice ¡a sus ángeles!.
Tampoco menciona que
hayan bajado del cielo, y
menos ¡¡para
venir a fornicar, aquí en la tierra, con las hembras humanas!!
Veamos
ahora, el pasaje de Judas
1...
6: “Y
a los ángeles que no
guardaron su dignidad,
más dejaron su habitación, los ha reservado debajo de oscuridad en
prisiones eternas hasta
el juicio del gran día”
Aquí,
la interpretación correcta es la misma que la de 2 Pedro 2:4, ya
que no
dice,
por ningún lado, que hayan sido los
ángeles de Dios los que abandonaron su habitación en
el cielo, ¡¡para
venir a fornicar, aquí en la tierra, con las hembras humanas!!
A
continuación se analizará este pasaje, por partes, minuciosamente. Escudriñemos
entonces:
Cuando Pedro dijo “a los ángeles”,
la pregunta clave es: ¿quiénes fueron esos ángeles? Pues bien, esos ángeles fueron
los espíritus que
moraron en los
hijos de Set (hijos
de Dios),
quienes se unieron sexualmente con las
hijas de los hombres (hijas
de Caín).
Después se lee “que
no guardaron su dignidad”,
esto significa que dichos espíritus o ángeles,
que habitaron en aquellos hombres (hijos
de Set), no
mantuvieron su condición de hijos de Dios,
no cuidaron esta dignidad, porque al fornicar con las
hijas de los hombres (hijas
de Caín) la
perdieron. Luego, dice, “más
dejaron su habitación”,
y ¿a cuál habitación se refiere?... a la de
los cuerpos humanos,
donde dichos espíritus habitaron.
Y por último se lee, que “los
ha reservado debajo de oscuridad en
prisiones eternas hasta
el juicio del gran día”,
y con esta frase se concluye, de manera contundente, lo siguiente: desde que los
hijos de Set (hijos de Dios), fornicaron con las
hijas de Caín (hijas de los hombres) (Génesis 6:2), los espíritus de los
hijos de Set fueron despeñados
en el infierno (2
Pedro 2:4), un lugar opuesto y totalmente distinto al tercer
cielo (2 Corintios 12:2) donde
ahora se encuentra el
paraíso de Dios (Revelaciones 2:7)... Y ¿por
qué es que se los llamó ángeles (2 Pedro 2:4)
a los espíritus encarcelados (1 Pedro 3:19)?...
simplemente porque los
espíritus son ángeles (ver Hebreos 1:14).
Sigamos con Judas
1...
7: “Como
Sodoma y Gomorra, y las ciudades comarcanas, las cuales de la misma manera que ellos habían fornicado, y habían seguido la carne
extraña, fueron puestas por ejemplo: sufriendo el juicio del fuego
eterno.”
Entre
los versículos 6 y 7,
de Judas
1,
se opera una comparación muy importante: en el verso 6 se menciona a los
hijos de Dios, hijos
de Set, quienes
nacieron para ser como ángeles de Dios en el cielo (ver Mateo 22:30), nacieron con esa dignidad, pero la perdieron al
fornicar con las
hijas de los hombres, hijas
de Caín.
Y en el verso 7 hace alusión a los habitantes de Sodoma y Gomorra, y las ciudades comarcanas,
que también fornicaron de la misma manera que lo hicieron los llamados hijos
de Dios, hijos de Set, al
seguir la carne
extraña (Judas 1:7) de las hijas de los hombres, es decir, las hijas de
Caín (Génesis
6:2).
Con
igual razonamiento se operan los pasajes de 2
Pedro 2,
al comparar el versículo 5, con el 6 hasta
el 14 inclusive,
llegando a obtener las mismas conclusiones. Veamos:
2
Pedro 2...
5: “Y
si no al mundo viejo perdonó, mas guardó a Noé, pregonero de
justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de
malvados;”
6: “Y
si condenó por destrucción las ciudades de Sodoma y de
Gomorra, tornándolas en ceniza, y poniéndolas por ejemplo a los que
habían de vivir sin temor y reverencia de Dios,”
10: “Y
principalmente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia
e inmundicia, y desprecian la potestad; atrevidos, arrogantes, que no
temen decir mal de las potestades superiores:”
12: “Mas
éstos, diciendo mal de las cosas que no entienden, como
bestias brutas,
que naturalmente son hechas para presa y destrucción, perecerán en su
perdición,”
14: “Teniendo
los ojos llenos de adulterio, y no saben cesar de pecar; cebando
las almas inconstantes; teniendo el corazón ejercitado en codicias, siendo hijos de maldición”
Sobre 2
Pedro 2,
se obtiene que Dios Padre, trayendo
el diluvio sobre el mundo de malvados no perdonó al mundo viejo (verso
5). Tampoco perdonó a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, ya que las condenó por
destrucción (verso 6). Porque
aquellos hombres anduvieron en concupiscencia e inmundicia, siguiendo
la carne (verso
10), como
bestias brutas (verso
12),
teniendo los ojos llenos de adulterio,
siendo hijos
de maldición (verso
14).
Volviendo
al tema de los ángeles que pecaron...
¿Cuáles son esos ángeles pecadores de 2
Pedro 2:4 y Judas
1:6? Pues, sencillamente, la respuesta es la que sigue:
Los ángeles pecadores que se lee en 2
Pedro 2:4 y Judas
1:6 son los espíritus de los hombres desobedientes (malvados),
en los días en que se aparejaba
el arca y la
paciencia de Dios esperaba (Génesis
6:13 o 1 Pedro 3:20). Cabe mencionar que en los tiempos en
que las
ciudades de Sodoma y de Gomorra iban a ser tornadas en cenizas (Génesis 19:9 o 2 Pedro
2:6) también existieron hombres desobedientes y malvados,
que tampoco se arrepintieron de sus pecados. Y cuando los hombres malvados, en
aquellos días de Noé, murieron, sus
espíritus fueron arrojados en
el infierno (2 Pedro 2:4), y esos espíritus malignos (Mateo 10:1) son los ángeles del
Diablo (Mateo 25:42), o demonios (Mateo 12:24).
Ahora bien, ¿en
qué condición quedaron aquellos hijos de Dios (descendencia de Set) después
de que pecaron sexualmente con
las hijas de los hombres (descendencia de Caín)?...
La
respuesta es muy simple: aquellos ángeles
pecadores o espíritus
encarcelados quedaron
a la espera de ser juzgados. ¿Y por quién serán juzgados? Por
los verdaderos cristianos: “¿O
no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta
vida?” (1 Corintios 6:3).
Pasemos a Revelaciones,
capítulo 9...
14: “Diciendo
al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata los cuatro ángeles que están atados en el gran río Eufrates.”
Estos
cuatro ángeles que serán desatados son los espíritus que fueron encarcelados en el pasado (1 Pedro 3:19).
Vayamos
ahora a Mateo 10...
1: “Entonces
llamando a sus doce discípulos, les dio potestad contra los espíritus
malignos, para que los echasen fuera, y sanasen toda enfermedad y toda
dolencia.”
Veamos
también Mateo
12...
24: “Mas
los fariseos, oyéndolo, decían: éste no echa fuera los demonios, sino por
Beelzebub, príncipe de los demonios.”
43: “Cuando
el espíritu inmundo ha salido del hombre, anda por lugares secos,
buscando reposo, y no lo halla.”
44: “Entonces
dice: Me volveré a mi casa de donde salí: y cuando viene, la halla desocupada,
barrida y adornada.”
45: “Luego
va y trae a otros siete espíritus más malvados que él, y entran a
vivir allí. Así que el estado postrero de aquella persona resulta peor que el
primero. Así le pasará también a esta generación malvada.”
Y
por último, consultemos Mateo
25...
41: “Entonces
dirá también a los que estarán a la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al
fuego eterno preparado para el diablo y para sus
ángeles:”
Con
dichos capítulos y versículos de Mateo, la palabra de Dios nos enseña:
por un
lado... que el
Diablo tiene sus propios
ángeles (Mateo
25:41), y por otro lado... que Satanás es el príncipe de los demonios (Mateo 12:24); y esto da como resultado que la bestia, de nombre Diablo o
Satanás, tiene sus
propios ángeles o demonios. Dichos
ángeles o demonios son los espíritus malignos, que causan toda
enfermedad o dolencia (Mateo 10:1), espíritus
inmundos (Mateo
12:43), unos más
malvados que otros (Mateo
12:45).
Es necesario aclarar, ahora, una diferencia muy importante entre
lo que es el
alma, el
espíritu, y el
cuerpo (ver 1
Tesalonicenses 5:23).
Empecemos con Marcos 10...
45:
“Porque el Hijo del
Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por
muchos”.
Sigamos
con Mateo
26...
38: “Entonces Yahshua les
dijo: Mi alma está muy triste, hasta
la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo”.
Con estos
dos pasajes es suficiente para interpretar muy claramente lo que es la muerte terrenal o
muerte primera, la cual atraviesan
casi todos los seres vivos, excepto los seres humanos que serán transformados
(1Corintios15:51-54).
De Marcos
10:45 se extrae
que Cristo vino para
dar su vida en rescate por
muchos, y de Mateo
26:38 se
obtiene que su
alma estuvo
muy triste, hasta la muerte, entonces, es
coherente concluir afirmando que: el
alma de un ser
humano es la
vida misma de
dicha persona. Por lo consiguiente, como todo ser vivo de este planeta nace y
muere, es por demás evidente sostener que la
vida no es
eterna, porque el
alma de todo ser
humano no es
inmortal, fíjese bien:
¡hasta el alma
(la vida) de
Cristo llegó a
su fin (llegó a
morir) también!,
y ¿por qué?, porque ningún
alma es eterna, ni el alma de
Cristo fue inmortal.
Algo más para destacar:
Es sabido que al morir el ser
humano, su
cuerpo ya no
tiene aliento ni respira, “porque del polvo de la
tierra fue formado, y al mismo polvo es regresado” (Génesis 3:19). Definitivamente “el
cuerpo que no
tiene espíritu está muerto” (ver Santiago 2:26),
Pasemos
a conocer, ahora,
cuáles son los
ángeles de Dios:
Hebreos
1...
14: “¿No son
TODOS los ángeles espíritus dedicados
al servicio divino,
enviados para ayudar a los que han de heredar la salvación?”.
Aquí, la escritura nos revela de manera muy clara que
los
ángeles de Dios son TODOS los espíritus que
están dedicados al servicio divino,
y que son enviados
por el Altísimo, para ayudar a los que han de heredar la
salvación.
Por
ello es que no tiene cabida ninguna rebelión por parte de los ángeles de Dios,
porque TODOS los ángeles de Dios están dedicados
al servicio divino,
no algunos, sino TODOS.
Lucas
20...
36: “Porque no
pueden ya
más morir:
porque son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, cuando son hijos de la
resurrección.”
Aquí
se contempla también y con toda certeza, que los
ángeles de Dios son los que no
pueden morir,
y si no pueden morir quiere decir que no
podrán ser condenados,
y si no serán condenados significa que éstos ángeles, los
ángeles de Dios, jamás
pecaron.
Pasemos
ahora a Lucas
22...
3: “Y entró Satanás en Judas,
por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los
doce;”
Sí
Satanás entró en Judas significa que la
bestia,
en esos tiempos, ya
era solo un espíritu o ángel,
que es lo mismo. Vale expresar entonces que la
bestia física ya no existe hoy en día, porque si ya no existía en los tiempos de Cristo,
tampoco existe ahora.
Tesis
Resumiendo
este trabajo llegamos a:
- Que los
hijos de Dios que se lee en Génesis
6:2,4 NO fueron los
ángeles del Altísimo que
abandonaron su morada en el cielo, para venir a fornicar, aquí en la tierra, con
las hembras humanas, como lo relata el libro de Enóc.
- Que los
hijos de Dios que se lee en Génesis
6:2,4 fueron los
hijos de Set que fornicaron con las hijas de los hombres que eran las hijas de Caín.
-
Que existió una
sola madre terrenal de todo ser humano nacido en este mundo: EVA; pero que existieron dos padres terrenales: uno fue Adán y el otro Satanás.
Conclusión
¡¡¡Qué
GRANDE es el AMOR de Yahwéh!!!
¡¡¡Cómo
será de grande!!! que envió a su hijo amado, Yahshua, para que la descendencia
de Caín también pueda ser salva. Y aquellos judíos, la mayoría de ellos, no
todos, mataron su propia salvación al rehusar creer en el Mesías, el
Salvador.
¿Qué ser humano sería capaz de sacrificar a su propio
hijo
para adoptar hijos ajenos?...
Y más sabiendo aún, de antemano,
que será llevado al matadero...
¡¡¡Dios Padre Yahwéh entregó a su propio
hijo Yahshua para adoptar a los pecadores arrepentidos de la descendencia de
Satanás, como si fueran hijos suyos!!!
¡¡¡Un AMOR PATERNAL más que sorprendente e incomprensible para la mente
humana!!!
Y
el AMOR FRATERNAL de Yahshua:
¡¡¡Qué inmenso que es
también!!!
Amén
Gracia
y Paz.
Miguel Marcelo Cuadras.
“Cuando
él comenzare a tocar la trompeta,
el misterio de Dios será
consumado” (Revelaciones 10:7).